Ella
Ella se acuesta en su cama como cada noche. Como cada noche se ha puesto el pijama, uno de esos desgastados por el uso. Como cada noche ha cogido de la cocina un gran vaso de agua y lo ha dejado en el suelo, junto a la cama, en el lado derecho. Como cada noche ha apagado la luz y se ha girado a su izquierda. Pero esta noche, no puede dormir. Sabe de su existencia desde hace mucho tiempo, desde que era una niña que apenas sabia caminar. Conoce su nombre, su edad, pero no su forma, porque tiene la capacidad de cambiarla a su antojo. Puede también cambiar su color. Un día puede ser parduzco, al otro gris, y al otro del negro más intenso del mundo. Sabe que vive en los sitios más recónditos y que tiene el poder de aparecerse de repente en cualquier sitio: en la cocina, en la ducha, en el trabajo, paseando por la calle… Sabe que está cerca, que la sigue como una sombra porque su cuerpo ya se ha adaptado a él y siempre reacciona del mismo modo: el corazón empieza a latir con una fuerza d